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18 Marzo, 1925

Barcelona, España

7 años después de la guerra...

"La Gran Guerra"
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Una Tragedia Mundial

 La Gran Guerra fue la consecuencia de múltiples factores que se desencadenaron poco a poco en un contexto muy tenso: El recelo de Francia y del Reino Unido sobre el poderío alemán; las tensiones del reparto de África en la Conferencia de Berlín; las aspiraciones nacionalistas de pueblos Balcánicos y de Europa central; el nuevo mandamiento de Guillermo II en Alemania; y siendo de público conocimiento el principal detonante: El Asesinato de Francisco Fernando.

 El día de hoy les  brindaremos información sobre el desarrollo de la guerra, y de esta manera los cambios y consecuencias que nos ha legado.

Atentado de Sarajevo: Detona la Guerra

 Gavrilo Princip asesinó el 28 de junio de 1914 al archiduque Francisco Fernando, heredero al trono austrohúngaro, desencadenando definitivamente la Gran Guerra.

Hace unos años el nacionalismo serbio estaba en plena efervescencia. En 1912 y 1913, Serbia había derrotado a turcos y búlgaros, logrando apoderarse de gran parte de Macedonia y de Kosovo, y soñaba con seguir ampliando sus fronteras. Para su gobierno –al menos cierto sector del mismo– era una gran afrenta el hecho de que el Imperio austrohúngaro se hubiese anexionado Bosnia y Herzegovina, donde gran parte de la población era serbia.

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En enero de 1914, los agentes serbios comenzaron a trazar un plan para atentar contra el gobernador de Sarajevo, pero lo suspendieron ante la aparición de un nuevo objetivo que sería mucho más impactante: el archiduque Francisco Fernando, sobrino del emperador y heredero al trono imperial de Viena.

El archiduque y su esposa iban en el tercer vehículo, un descapotable en el que también viajaba el gobernador de Sarajevo. Tras hacer una primera parada en un cuartel, la caravana siguió su periplo y pasó por delante de la primera pareja de terroristas. El primero, preso de los nervios, no supo sacar la bomba a tiempo, y el segundo, de solo 16 años, se quedó petrificado sin atinar a desenfundar su pistola.

Minutos después, el convoy pasó por delante del segundo grupo de asesinos. Eran las 10:10 horas y un terrorista lanzó la bomba, pero no tuvo en cuenta que había que esperar 10 segundos una vez activado el detonador, por lo que la arrojó a toda prisa y, tras rebotar en la capota plegada del lujoso vehículo Gräf & Stift, fue a parar debajo del coche que marchaba detrás, causando la explosión veinte heridos. 

Rápidamente el activista se quiso suicidar, mordiendo la cápsula de cianuro mientras se tiraba al río; pues el veneno estaba caducado y el río seco, con lo que sólo se llevó un golpe.

Tras el frustrado atentado, la caravana emprendió a toda velocidad su camino hacia el ayuntamiento, en donde lo esperaba la recepción oficial. Dada la celeridad de la marcha, los tres terroristas restantes no pudieron actuar. Lo normal es que la visita se hubiese cancelado. Sin embargo, tras pronunciar un tenso discurso, el archiduque decidió ir al hospital a visitar a los heridos por la bomba; eran las 10:45 horas. Para evitar las calles céntricas, se propuso cambiar la ruta y se informó de ello a la escolta, pero en un absurdo tragicómico se olvidaron de informar a los chóferes.

El gobernador se dio cuenta del error y ordenó retroceder, lo cual tuvo que hacerse empujando, pues la marcha atrás del coche era muy lenta, y mientras se maniobraba el automóvil casi se detuvo. Mientras tanto, un desolado Gavrilo Princip, uno de los seis terroristas preparados para atentar, estaba apostado ante el café Moritz Schiller sin saber qué hacer; cuál no sería su sorpresa al ver delante de él, el coche del archiduque casi parado. La casualidad estaba jugando su papel. Sin pensárselo, se dirigió al coche y, a pocos metros, disparó. Lo hizo cerrando los ojos, pero la suerte quiso que hiriese mortalmente a la pareja real, que fallecería a los pocos minutos.

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Las consecuencias son conocidas. El Imperio austrohúngaro dio un ultimátum a Serbia exigiendo una serie de condiciones que ésta, hábilmente, sólo aceptó a medias, confiando en el apoyo de su protectora Rusia. Durante el mes de julio se fue incrementando la tensión, hasta que las tropas serbias comenzaron las provocaciones y Viena, ansiosa de revancha, declaró la guerra a Serbia. La cadena de alianzas fue implicando a todas las potencias europeas en una contienda que acabaría costando más de veinte millones de muertos.

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